Escribe Jorge Cuba-Luque
El libro que acaba de publicar Gunter Silva (1977), Neutrino. Cuadernos de navegación (Graciángulo Laboratorio Editorial, 2024) es acaso el más auténtico y cautivante escrito por un autor peruano, esto por el tema que nutre cada una de las 250 páginas que lo componen: la vida cotidiana del autor junto a la amenaza de la muerte, amenaza que lo acosa con la urgente necesidad de un trasplante renal. Volumen inclasificable que puede ser tanto un diario aunque sin las fechas de las anotaciones, o bien «prosas» al estilo de las Prosas apátridas de J.R. Ribeyro el Libro del desasosiego de Pessoa, o el carnet de un escritor que se sabe gravemente enfermo… que los especialistas se encarguen de clasificarlo, lo importante aquí es subrayar lo perentorio de la espera que surge a cada entrada de un texto, esto es la llegada del riñón con el que ha de practicársele un injerto salvador.
Gunter Silva empieza presentándose ante el lector con sus datos personales esenciales: su nombre y apellido, su edad, 43 años al momento de escribir el texto, de la que dice que es «bastante tiempo pero también poco tiempo», para enseguida apuntar «tomo 12 pastillas al día para poder vivir» (p.11), agregando, como un dato que forma parte de sus generales de ley, la lista de los medicamentos que está obligado a consumir, tanto la posología como el efecto terapéutico que debe ayudarlo mientras llega el momento de la intervención renal.
Pero no estamos ante un cuaderno de dolencias anotadas por un escritor que un inesperado encuentro con la muerte a fuego lento —como puede serlo una patología neutralizable solo con un trasplante— vuelve filósofo. Nada de eso, o, mejor dicho, eso y mucho más, empezando por el título con ese misterioso neutrino, un «neutrón pequeño», término definido en los diccionarios como una «partícula subatómica de tipo fermiónico», un átomo, algo presente en toda cosa.
«Neutrino. Cuaderno de navegación» está dividido en dos partes, «Aegrotatio» y «Adventus», ambos términos latinos que respectivamente significan, aproximadamente, «enfermedad» y «llegada». En la primera, como lo sugiere el nombre, Gunter Silva apunta sus reflexiones en la cotidianidad con el padecimiento y la espera del riñón que le pueda ser trasplantado, «Me recuerda que la existencia es frágil […] pero no puedo perder el entusiasmo ni el coraje, ni las ganas de seguir viviendo» (p.16), marca claramente que el autor ha optado por no dejarse abatir, aunque sin dejar de reflexionar sobre lo que es la vida y su hermana gemela, la muerte, que, piensa, termina por llevarse todo: «En el río de la existencia, la muerte es la corriente inevitable que arrastra los recuerdos y los desaparece» (p.18).
Gunter Silva. Confesión sincera
Si bien son numerosas las menciones explícitas a su disfuncionamiento renal, su trance también está en sus reflexiones, en sus lecturas, en sus observaciones de las calles de Londres, ciudad en la que reside hace ya largos años; son los tiempos del Covid 19, por lo que Gunter Silva debe redoblar la cautela y la esperanza. Su esperanza y su voluntad de luchar por la vida están sostenidos por sus seres queridos, «Mi esposa, mi familia, algunos amigos y algunos libros me sostienen de este hilo delgado del que cuelga mi vida» (p.70). Uno de esos amigos es el también escritor peruano Pedro Novoa, quien lo alienta desde el primer momento, hasta el último, cuando fallece víctima de un cáncer fulminante, «A la una de la tarde me enteré de su muerte, fue como si un rayo me fulminara en el acto. Caí al suelo y estuve allí un largo rato» (p. 219). Junto a sus familia, amigos y lecturas, Gunter Silva tiene otro sostén invalorable: la escritura de su Cuaderno de navegación, su neutrino salvador con el que se aferra al mundo, y que hace pensar en el bello título del libro del español Jorge Semprún La escritura o la vida.
«Adventus» es la lucecita al final del túnel: el riñón para el trasplante tiene que llegar: «Algo me empuja a seguir escribiendo este cuaderno; tal vez tenga una ligera esperanza de que algún día, al releer, encuentre un sentido a todo esto» (p. 144), a despecho de las muertes de algunos amigos y también la de su madre. la urgencia de un trasplante. Se muestra interesado por escritores que abordan temas de salud similares al suyo, con la muerte como potencial desenlace: Philip Roth, o J. R. Ribeyro, quien en su diario, La tentación del fracaso, detalla los momentos en los que tuvo que convivir con el cáncer.
El riñón que espera Gunter Silva no es solo un riñón, sino que tiene que ser uno totalmente compatible con su propio organismo. Más de un buen amigo se decidió a cederle uno de los suyos, pero las pruebas de compatibilidad no permitieron la operación. Finalmente llegó el día esperado y acaso también temido: «De vez en cuando, no muy a menudo, pienso si la suerte me ha acompañado en la vida. A veces creo que sí y otras que no; en todo caso, nunca la estuve esperando, porque es riesgoso poner el alma en algo que no depende de uno.
Sin embargo, a las seis de la mañana entró la llamada del cirujano: “Es tu día de suerte”, dice desde el otro lado de la línea. Luego explica que “un muchacho mintió a las preguntas de rigor y que el riñón que le iban a trasplantar, ahora era mío”. En las líneas finales de este Cuaderno entrañable, profundamente sincero, apunta que lo primero que hará al salir del hospital es abrazar a los que ama, que espera reconstruir su vida desde las cenizas. Y la escritura de este libro le habrá ayudado salvarse, acaso llorando por la muerte de su madre, de parientes y amigos. Pero Gunter Silva no es el único en llorar, lo hace igualmente el lector, no solo por la incierta espera del riñón salvador, sino por el reencuentro con la vida del autor que, en este NEUTRINO. Cuaderno de navegación no ha precisado figuras retóricas ni frases efectictas pues en cada una de sus páginas están la lucha por la vida, el amor, la amistad, la literatura.
