París 1924: a cien años de una hazaña

Los juegos deportivos más importantes del planeta, regresan a la Ciudad Luz luego de 100 años. París 1924 será una jornada doblemente histórica.

Escribe Jorge Cuba-Luque

A pocas semanas del inicio de los Juegos Olímpicos de Verano —que en esta oportunidad llegan a su trigésimo tercera edición—, París, la ciudad organizadora, ha anunciado que será una gran fiesta deportiva, llena de sorpresas, empezando por la ceremonia de inauguración que se llevará a cabo a lo largo del Sena y no en un estadio, como es la costumbre; esto, indudablemente, para tener como marco a una de las metrópolis más bellas y soñadas del mundo.

Pero no será esta la primera vez que la Ciudad Luz acoja los juegos concebidos por el barón Pierre de Coubertin. Ya lo había sido en 1900, y también en 1924, cuando el certamen empieza su etapa de madurez inicial con la participación de cuarenta y cuatro naciones provenientes de los cinco continentes y es objeto de la primera cobertura mediática «en directo» mediante la radio, además de la prensa escrita, tanto en diarios de información general como en revistas consagradas al deporte, en especial l’Auto y Le miroir des sports, lo mismo que los resúmenes informativos en las salas de cine. Varias décadas más tarde, la película dirigida por Hugh Hudson Chariots of Fire, (1981), recreará la participación de un grupo de atletas ingleses en esos mismos juegos.

Las Olimpiadas regresan a la Ciudad Luz después de un siglo.

Fue durante las olimpiadas de 1924 cuando aparecen dos deportistas «icónicos»”, tanto por sus proezas deportivas como por su personalidad: el finlandés Paavo Nurmi (1897-1973), corredor de fondo que obtuvo cinco medallas de oro (tres individuales y dos en equipo), y el nadador estadounidense Johnny Weissmüller (1904-1984), que se llevó a casa cuatro medallas (tres de oro más una de bronce, con el equipo de waterpolo). La fama de Weissmuller dará un salto cualitativo unos años más tarde en el cine, actuando en el rol de Tarzán en las adaptaciones cinematográficas de la serie de novelas en torno a Tarzán de los monos, de Edgar Rice Burroughs.

En los Juegos Olímpicos de París de 1924, América Latina participó de manera honrosa, al obtener ocho medallas de las 378 disputadas, resultado notable si se tiene en cuenta el reducido número de sus delegaciones: Argentina, Brasil, Cuba, Chile, Ecuador, Haití, México y Uruguay; Perú brilló por su ausencia. Entre todas, sumaban apenas 166 atletas de un total de 3089, de los que Francia tuvo 401, Estados Unidos 299, Gran Bretaña 267, etc. Haití ganó una medalla de bronce en Tiro con rifle en equipo, superado por Estados Unidos y Francia, que obtuvieron respectivamente las medallas de oro y plata. Los haitianos, cuatro, eran miembros de la gendarmería nacional de Haití, creada hacía poco durante la intervención del país por Estados Unidos; dos de los estadounidenses formaban parte del Cuerpo de Marines.

Johnny Weissmuller y Brenda Joyce en una de las películas de Tarzán Y Jane.

Argentina cosechó seis medallas: cuatro en boxeo (bronce en peso pluma y en peso pesado, plata en peso ligero y en peso wélter). Las peleas tuvieron lugar en el Velódromo de Invierno, el Vel d’hiv, como lo llamaban los parisinos, recinto deportivo frecuentado por Ernest Hemingway, adonde iba a ver carreras ciclistas, y que rememora con nostalgia en París era una fiesta. En 1942, durante la ocupación de París por la Alemania de Hitler, el Vel d’hiv vivirá la hora más negra e infame de su historia, al servir de prisión transitoria para miles de judios, adultos y niños, los que, poco después, con el auxilio de las autoridades francesas, fueron deportados a los campos de exterminio.

Los argentinos se llevaron también la medalla de oro en polo, lo que fue como jalarles las barbas a los equipos de Estados Unidos y Gran Bretaña, dos naciones donde este deporte está particularmente arraigado, a las que derrotó de manera inobjetable, además de amplios triunfos ante Francia y España. Obtuvieron igualmente la medalla de plata en la prueba atlética de salto triple.

Así informó el periódico «La Plata» la primera estrella de la camiseta deportiva del fútbol uruguayo..

Será la medalla de oro en fútbol obtenida por Uruguay lo que constituirá el mayor logro latinoamericano de los Juegos Olímpicos de 1924 y que, desde entonces, será evocado como un hito deportivo tocado de gloria, como lo será más tarde el «maracanazo». El once charrúa terminó su campaña invicto, derrotando sucesivamente a Yugoslavia (7-0), Estados Unidos (3-0), Francia (5-1), Países Bajos (2-1), y a Suiza en la final (3-0). Salvo el match ante Estados Unidos, jugado en París, Uruguay disputó todos los otros en el estadio olímpico de Colombes, localidad cercana a la capital.

La selección uruguaya sorprendió desde el inicio del torneo olímpico pues el fútbol sudamericano era prácticamente desconocido en Europa (hasta entonces, nunca había estado presente en una Olimpiada). Sin embargo, no fue solo el factor sorpresa lo que favoreció el triunfo de la Celeste: se trataba de un conjunto cohesionado, con un gran dominio del balón, con un juego de factura propia, muy distinta a la europea. En ese equipo de goleadores formidables como Pedro Cea y su tocayo Petrone, sobresalió un mediocampista que era un auténtico artista de la pelota, un dribleador tan exquisito como eficaz en el pase de gol a sus compañeros. Se trata de José Leandro Andrade, un afrodescendiente, y, por vez primera, los europeos vieron a un negro jugando en un equipo de fútbol, deslumbrando a todos con su porte elegante, con la plasticidad de su juego.

París era una fiesta

José Leandro fue también una atracción fuera de las canchas de fútbol, y dejó un imborrable recuerdo como seductor y bailarín de tangos. Junto a Nurmi y Weissmuler, Andrade figura entre los grandes personajes de aquel verano parisino de 1924. Con motivo del centenario de la hazaña futbolística de Colombes, la embajada de Uruguay en París, en coordinación con la Asociación Uruguaya de Fútbol, ha rendido homenaje a los campeones olímpicos de la «Banda Oriental», y, además, organizó en su sede la presentación del libro de Jorge Chagas Gloria y tormento. La novela José Leandro Andrade (2003), en su reciente traducción al francén hecha por Antoine Barral bajo el título de José Leandro Andrade, un champion olympique oublié.

José Leandro Andrade, la «Maravilla negra» del Uruguay.

Ni los Juegos Olímpicos ni los Mundiales de fútbol poseen más esas dosis de romanticismo, aventura y heroísmo individual que perdieron cuando las grandes corporaciones comerciales capturaron las competencias deportivas internacionales. Esas desmesuradas entidades económicas estuvieron hace poco a punto de desalojar de los malecones del Sena a los bouquinistes, (esos libreros de viejo que son el París mismo), para instalar “tribunas VIP” y equipos de televisión, pero, afortunadamente, fueron salvados in extremis, por las enérgicas protestas del mundo cultural francés.

La Europa de 1924 venía de una terrible guerra mundial y se dirigía suicidamente a otra aún más terrible. La de 2024 tiene a sus puertas otras guerras, el viejo fantasma de la intolerancia ha vuelto; el deporte es un rubro más de la economía de mercado. El triunfo de un atleta es hoy el resultado de una preparación altamente sofisticada. Pero queda París y la sombra tutelar de los artistas que han forjado su espíritu; cualesquiera que sean los próximos récords olímpicos, estos han de ser recordados porque fueron logrados en París y esta ciudad acompañará al ganador y también al perdedor por el resto de su vida, for Paris is a moveable feast.

Jorge Cuba-Luque
Jorge Cuba Luque estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la que se graduó en 1988. Viajó a París para estudiar en la Universidad de Toulouse, en la que sustentó su tesis doctoral bajo el nombre de La presse de Lima et la littérature urbaine au Pérou. 1948-1955. Ha publicado los libros de cuentos "Colmena 624" (1995); "Ladrón de libros" (2002), y "Siete cuentos de amor y desamor" (2020). También publicó la novela "Tres cosas hay en la vida" (2010) y el libro de crónicas futbolísticas "Mundiales y destinos" (2018).

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