Monólogo del sobreviviente
He pensado retirar
la fauna de mis textos,
su elocución de tambores
en la hora primera de la noche,
su ansiedad de orates
ocultándose al otro lado del césped;
detenerme frente al Pacífico
con la voluntad de un pastor
que los cuida del frío,
de la congestión vehicular.
Nada me impide no hacerlo,
salvo que también soy un animal,
un gallinazo que otea
el miedo de los tripulantes
alrededor del fuego,
un puma con la presión arterial al límite,
un lobo al acecho del día,
un pelícano de espaldas al mar,
un colambo de pie,
un alacrán escribiéndose.
He querido romperlos,
fumarlos con desesperación,
escapar de su aliento:
hay un zoológico aquí,
una jaula inaudita;
un parte de rendición
que me devuelve a la guerra.
Ucrania
La noche retorna
con su arquitectura de fusil
apuntándole a mis manos:
en sus brazos se apaga
el asombro y la inocencia,
las canciones de hermandad
que aprendimos en la escuela,
los pájaros de metal
que se duplican en el cielo
cada vez que alguien
te imagina
levitando sobre el hielo.
La noche ha vuelto
y nadie sabe
cómo evitar su olor a muerto,
su calavera que baila
sobre la derrota
que sepultó a los jázaros,
sobre el viejo cordel
donde colgaron cráneos
de vikingos, mongoles y soviéticos;
en su emoción llora
el sueño suspendido del misterio,
la cal de las explosiones,
el terror por los bombardeos.
La noche escupe fuego;
en Kiev el miedo es un proyectil,
un mig-31 cruzando hambriento
mientras más allá del blanco,
al otro lado de la destrucción,
un animal se muerde los ojos
y escribe sobre una ojiva
la boca nuclear
que espanta el horizonte:
no hay luz al final del túnel,
solo una bestia
tragándose a otra bestia.
Nacimiento
Al Poeta Alfredo Pérez Alencart
No importa este poema,
importa el milagro,
los bueyes al otro lado de la carretera,
un borrico
a la altura del cordero,
los ojos sacrificados en el fuego;
el aleteo de un ave
le obsequia
sus alas al profeta.
Mamá sabe que temo a los villancicos,
por eso abre la ventana,
por eso me entrega un trueno
y dos relámpagos,
toca con su nostalgia mi cabeza,
observa cómo vuelan los rayos
que escondió de mis hermanos;
la serpiente emplumada
aprendió a hablar
con los animales
dibujados en mis brazos.
Papá también tiene miedo,
por eso reza,
ora en el techo como si se tratara
de un viejo santuario,
enciende las estrellas,
limpia el cielo;
la noche pronuncia
las vidas que sorteaba
como un gato.
No importa el mes,
importa el niño,
su corazón inundándose de asombro,
su pánico a los reyes;
las escrituras lo señalan
Hijo de la Providencia;
importa la noche
que no puede sostener
la única estrella que lo observa.
Dos mil años después,
las luces no dejan de estallar
contra el cielo de Belén.

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HAROLD ALVA (Piura, Perú. Abril de 1978). Escritor, editor y analista político. Director de Editorial Summa y del suplemento ContraPoder del diario Expreso. Preside la organización del FIP Primavera Poética y la Fundación Iberoamericana para las Artes. Es autor de “Ceremonia” (2023), “Tocado por la lluvia” (2022), “Regresiones” (2020), “Ciudad desierta” (2014), “Lima” (2012), “Sotto voce” (2003), “Morada & sombras” (1998), entre otros; de las antologías personales “La épica del desastre” (2020) y “A tiempo completo” (2022). Ha participado como expositor en diversas ferias de libros y festivales de poesía en Estados Unidos, México, Colombia, Ecuador, Chile, Bolivia, Argentina, España y Portugal. Antólogo de “La primera línea”, y director de Poesía Iberoamericana, colección de cien títulos que publicó el 2020 con la Municipalidad de Lima. Ha sido director de diversas instituciones, conductor y productor de programas de radio y televisión. En 2021, el Ayuntamiento de Salamanca (España), lo declaró Huésped Distinguido.