Te estoy perdiendo
Te estoy perdiendo
en cada voz que escuchas,
en cada rostro que contemplas,
en cada gesto tuyo,
en cada lugar
que recibe a tu cuerpo.
Ser como la luz
que te envuelve, por la que dejas
un retazo de sombra. Ser
como la noche que te obliga
a un pensamiento, a un deseo,
a un sueño.
Ser una materia leve,
una corriente extensa
que te persigue siempre.
No ser esto que soy
y que te está perdiendo.
(De Formas de la ausencia, 1953)
Allá lejos
Allá lejos, otros ojos
hundidos en los tuyos,
verán maravillados
el mundo que iluminas.
Otros oídos insaciables
entrarán en tu voz.
Y otros labios -posados
en tus labios-
sabrán yan
como el amor existe
cerca de ti,
lejos de ti.
(De Formas de la ausencia, 1953)
Espacio del corazón
Nunca tuve en el pecho tanto aire,
toco el extremo del mar y siento
mi corazón en un profundo sitio.
Mi corazón es igual
a todo lo que existe: a la montaña,
al árbol, a las aguas, al tiempo,
a los animales, las cosas y los hombres.
Miro mi camisa y es mi corazón,
y lo mismo sucede con mi casa,
con mi ciudad y con el cielo.
En mi corazón son iguales
mi amigo y mi enemigo.
Nunca tuve en el pecho tanto aire,
mi corazón no tiene límites y soy
un hombre entre los hombres.
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Washington Delgado (Cuzco, 26 de octubre de 1927 – Lima, 6 de setiembre de 2003) fue escritor, profesor y poeta. En esta última actividad se consagró como uno de los más importantes e influyentes de la Generación del 50. Su obra poética atraviesa seis décadas y comenzó con el libro Formas de la ausencia, que en 1953 le valió el Premio Nacional de Cultura en poesía. Otros títulos importantes de Delgado son Días del corazón (1957), Para vivir mañana (1959), Destierro por vida (1969), Historia de Artidoro (1986) y Cuan impunemente se está uno muerto (2003).