Enseñar literatura, desafío apasionante en un universo inacabado

Enseñar literatura es un desafío apasionante en el sentido de que se debe descolocar y recolocar conocimiento y propuestas estéticas.

Publicado

26 Dic, 2024

Escribe Prof. Rubén Darío

Bien, me propongo reflexionar un poco sobre la relación entre la acción de enseñar y ese objeto fascinante que es la literatura. En primer lugar, creo que enseñar literatura es un desafío apasionante en el sentido de que se debe descolocar y recolocar. Se trata de un movimiento dual que pretende sacar a la literatura del lugar común que generalmente se ubica en la sociedad.

Digamos que enseñar Literatura se ve expresado en uno de los mandamientos de Pennac; “dar de leer” para poder construir una “experiencia literaria”. Indudablemente que, para mí como docente, implica un trabajo personal, intimo, con los libros y textos que delimitan un universo particular siempre inacabado, cambiante, nunca determinado, a veces referidos puntualmente a su época, otras provocadoramente autónomo.

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Clásicos de la literatura para leer en el colegio

Enseñar literatura evidencia la relación entre la literatura y la vida

Este vínculo establece la figura de quien se supone tiene un saber especifico y cree necesario que ese saber debe ser transmitido para la formación de un sujeto adulto con los rasgos y atributos necesarios para ser parte integral de una sociedad.

Ahora bien, hasta qué punto esta figura de incuestionable eficiencia y que ha sufrido los cambios históricos puede lograr transmitir la pasión y el placer por la literatura, ¿De qué modo será capaz de hacer que nazca en el sujeto ese deseo por leer literatura?

¿Cómo desligarse de esos propósitos netamente educativos y formativos con los que algunos presentan la literatura? ¿Será posible que la literatura vista desde un plano puramente del goce, la pasión y lo humano podrá, además, cumplir con unos objetivos trazados por el canon académico? La función de la literatura -entendida como una explicación pragmática y utilitaria- exige nuestra posibilidad reflexiva:

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La tradición escolar, el lugar social de la literatura, la historicidad de la literatura, la relación entre prestigio y el gusto, la discusión entre cultura y naturaleza, son cuestiones que deberían hacernos replantear las maneras con la que hemos venido enseñando la literatura.

La idea de una función práctica y utilitaria de la literatura como justificación de su enseñanza, de alguna manera nos aleja de la posición consabida para construir un camino personal que intente recuperar la profundidad de nuestra labor en el mundo, interpretar la realidad y adentrarnos en unos mundos posible por el mero goce y la plena identificación de pasiones humanas.

Entonces, cuando yo pienso en “enseñar” que significa “mostrar ese objeto a otro”, es decir que yo le voy a exhibir ese algo que el otro descubre que el mundo tiene y que él no había visto hasta ese momento, y puede aprender-aprehender algo del él. O sea que cuando yo enseño literatura, quiere decir que yo le voy a ofrecer y a permitir al otro que construya una experiencia del mundo que va a estar determinada en gran medida por la manera en que yo hago mi exhibición del objeto (literatura).

Por eso dar de leer va más allá que enseñar un saber, dar literatura es lograr que yo como profesor, y el estudiante como lector, definan un espacio en donde tanto uno como otro se modifican indefectiblemente en esa relación.

Rubén Darío
Rubén Darío (Colombia), es profesor de lengua castellana y literatura. Director del club internacional de lectura las palabras no muerden, es conductor y productor de los programas radiales “Domingos de café con el profesor Rubén Darío” para Radio Trilce, (Perú) “Conversando con el profesor Rubén Darío” para Radio Satelitevisión y Americavisión (Chile), conduce el ciclo de charlas y conferencias magistrales del Instituto Cultural Iberoamericano, escribe artículos sobre educación y didáctica de la literatura.

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