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Marisol Barahona, quemar el incendio de la razón

La poeta colombiana Marisol Barahona comparte una selección de su poesía última, donde aborda temas que reflexionan sobre la familia y el amor.

Selección de poesía de Marisol Barahona

La desdicha

Que venga un poema que se desdiga conmigo,
que quepa toda la nostalgia y el terror de la desdicha;
que sea la única cosa que en plenitud
se canse y se aburra de la vida y sus desvelos,
del destiempo y el desamor,
del pánico y el vacío.

Que venga un poema que llore conmigo,
que se caiga, se raspe las rodillas, patalee, haga puchero,
y llore por mí hasta que le duela la voz.
Que sea solo este poema, que padezca espasmo del sollozo
o un día y que en los demás días
olvide los tratados de Cioran,
la muerte y la carne como condena.

Un solo poema para llorar por todo:
los desaparecidos, los abandonos, la guerra,
la orfandad, la falta de pan, la soledad,
el día en que nadie vio que llorabas y pedías consuelo;
la incertidumbre, el terror de no hallar a nadie en el pasado.

Que sea un poema que muera y se pudra,
que se deshaga en la lengua y en el aire,
para que algo del mundo quede limpio o al menos, honesto
en la ruina de sus palabras.

La tempestad

El trueno, el relámpago, la oscuridad
con suerte las estrellas, y en mí
todo lo que es natural.
En cada bocanada de aire
Soy una,
Aprendo con la lluvia
y esta noche de lluvia.
Iluminemos con aliento,
toda tempestad.

El porvenir

Otros vivirán en nuestras casas
Servirán la mesa
Saldrán al frío de la mañana
Regresarán de los oficios
Servirán la mesa
Tendrán sueños
Harán el amor
Crecerán las plantas, los hijos
Servirán la mesa
Quizás lloren la vida
A veces la muerte
Servirán la mesa
Los abuelos trascenderán
Se cerrará la puerta
Sucederá.

Otros servirán la mesa.
Otros
vivirán en nuestras casas.

¿A qué hemos venido al mundo?

Podemos venir al mundo
Y ofrecer nuestra voz
Para que allí resucite el canto.

Escribir un poema
Que nos contenga
Y nos proteja de toda perfección,
De toda irrealidad.

Podemos venir al mundo y
Sostenernos en la materialidad de la palabra
Y así, ahuyentar todo orfandad.

Esta noche les pregunto
¿A qué han venido?

Año nuevo

A las celebraciones insulsas

Suena el eco de mi padre
A bocanada de 1 de enero
Y busco en el horizonte su presencia,
entre calles no logro imaginar a dónde se ha ido
No logro atraparlo y aprieto la mano
Parece que está escondido
Que se le pasó llamarme está tarde
Que se olvida de mí.

El origen del llanto

He llorado todos mis muertos
Como si fuese el minuto uno
De su desvivida manera de estar.
Siento apenas en mi soledad,
En el deseo de encontrar a mi padre,
Al otro lado del teléfono…
En eso que no digo y no me dicen;
Su vacío.
He querido hablar cosas que solo
Se hablan con el padre,
Que solo se cuentan en familia.
Pero todo hacia atrás en barro para el mundo
Para mí mundo
No podemos compartir el tiempo;
Solo mi memoria los traerá a la vida
Solo en mi pecho siguen muriendo.

Hoy

Recogí las guayabas
Lavé, colgué y doblé la ropa.
Seleccioné la ropa de mi hija que le queda pequeña,
Le dí mil vueltas a vivir, a mi vida.
Revisé los lugares que nunca tránsito de la finca,
Había cosecha de guatila y yo sin darme cuenta.
Fui a la escuela por mi hija,
Trabajé y planeé la clase de mañana.
Tomé cafecito con galletas veganas,
Llovió.
Disfrute del atardecer…
Escuché las luciérnagas
Dí de comer a los perros
Consentí a la gata recién ella,
Fui a mi jardín.
En la noche,
Aprendí que solo se aprende
A tomar decisiones complejas
Tomando decisiones complejas.

Uno tiene noción del peligro

Arrojada al mundo
Se preguntó
Porqué cae viva y despierta. 
Tocándose los huesos,
olfateando su sangre,
se mira en otros
y sin mirarse
cree haberse visto.
Arrojada y caída a la tierra
arrojados y caídos
En el instante de darnos cuenta,
Que aquí estamos
Jugando la vida.
Vividora y arrojada
Siempre.
Asombrada
Y enlunecida de la vida
De sí misma
Y de su llevarse viva
a la vida.

Voy a quemar el fuego

Ardí varios días
Zanje la tierra con las uñas
Cómo un animal salvaje
Desentierre la tierra, para volver a mí Era
Me hice círculo y
rodeé mi corazón.
Poco a poco
Se fue apagando el fuego,
Se revolcó la tierra,
Voló la ceniza
Y pasó el incendio.

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Marisol Barahona Hernández. (Bogotá, 1992). Publicó “Poética de la luz” en 2020 bajo el sello Editorial de Renascentro.Sus poemas han sido publicados en revistas y antologías nacionales e internacionales. Fue colaboradora del Festival Internacional de Poesía de Bogotá (2012) y del Encuentro Internacional de Estudiantes de Posgrado en Literatura Iberoamericana (2019). En 2021 obtuvo grado con honores como Magistra en Literatura por la Pontificia Universidad Javeriana. Asistió como jurado del Certamen Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos (2025) en Ríosucio, Caldas. Sus intereses investigativos son la literatura del siglo XX y XXI, el presente como tema y problema y el lugar de la literatura en el campo de las ciencias sociales. Actualmente, se desempeña como catedrática en la Universidad del Quindío y hace parte del equipo organizador del I Festival Itinerante de Poesía Voces de la Tierra.

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