Escribe —en pleno Halloween—, Ybrahim Luna
El 30 de octubre de 1938, pasadas las 8:00 p.m., miles de neoyorquinos saturaron las líneas telefónicas de la policía intentando averiguar si lo que habían escuchado en la radio era real o una simulación. Otros, menos pacientes, optaron por abandonar la ciudad. En algunos condados de Nueva Jersey también se registraron disturbios. Y no era para menos, se trataba de una invasión extraterrestre transmitida por la cadena CBS.
En realidad, todo fue una adaptación de la famosa novela “La guerra de los mundos” de H. G. Wells por un equipo de actores dirigidos por un jovencísimo Orson Welles. Todo como una broma de Halloween. Y no importó que durante el programa radial de 59 minutos se hicieran 3 aclaraciones sobre el carácter ficticio de la historia o que el programa haya sido un episodio más de “The Mercury Theatre on the Air”, un espacio semanal dedicado dramatizar obras literarias como “Los miserables”, “La isla del tesoro”, “La vuelta al mundo en 80 días”, etc.
Lo que confundió a muchos es que “La guerra de los mundos”, que en la novela transcurre en Inglaterra, en la emisión de la CBS lo hace en un pueblo de Nueva Jersey, Estados Unidos. El formato de aquel episodio también fue novedoso: se transmitió como un programa de variedades y música, interrumpido por despachos noticiosos que informaban sobre explosiones en Marte, la caída de meteoritos (que transportaban naves marcianas) y una invasión extraterrestre. A pesar de que, al inicio del programa, en el minuto 40 y al final de la transmisión, se aclaró que todo era una broma por Halloween, miles de ciudadanos se vieron envueltos por la histeria que produjo el sintonizar solo unos fragmentos de la dramatización. Además, era 1938, y los medios no paraban de hablar sobre el avance del nazismo en Europa. El temor estaba en el aire.

En Halloween de 2025 miles de personas siguieron con temor las incidencias relacionadas con el cometa 3I/ATLAS, descubierto el 1 de julio de este año, un cuerpo cósmico de 5 kilómetros de diámetro que cruza nuestro sistema solar a la velocidad récord de 200 mil kilómetros por hora. A diferencia de Orson Welles, en estos días tuvimos a centenares de “astrónomos de redes sociales” asegurando que estábamos a puertas de un contacto extraterrestre.
Los “ufólogos de TikToK” se basaron en las opiniones de algunos nombres respetables que agregaron peso a lo que inicialmente fue un miedo menor. Ahora que las fakenews infectan Internet de forma viral, lo único cierto es que el 3I/ATLAS no es un cometa tradicional y será probablemente uno de los objetos más extraños y fascinantes del que tengamos registro. Lo que nos brinda una oportunidad única para comprender cómo era el universo en sus inicios (ya que se ha estimado la antigüedad del 3I/ATLAS en 10 mil millones de años).
¿Cómo inició la histeria? El físico y catedrático estadounidense-israelí Abraham “Avi” Loeb, actual director del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica –una eminencia en astronomía con cierta inclinación al amarillismo–, publicó un paper (respaldado por científicos de diferentes disciplinas) exponiendo “pedagógicamente” las razones de por qué el cometa 3I/ATLAS podría ser una nave espacial. Lo que el especialista pretendía era forzar conceptualmente las posibilidades de una argumentación. Y la reacción fue mundial.
Los ocho puntos que planteó Avi Loeb fueron: a) La trayectoria alineada del cometa con las órbitas planetarias. Ya anteriormente nos habían visitado dos cuerpos provenientes de fuera de nuestro sistema solar: el 1I/Oumuamua (2017) y el 2I/Borisov (2019). Ambos llegaron (para decirlo en fácil) en disposición vertical con nuestro sistema, mientras que el 3I/ATLAS lo hace en forma horizontal, con solo una variación de 5 grados. b) Entre julio y agosto el cometa presentó una anti-cola orientada hacia el Sol, la que luego se “corrigió” (esto fue solo una ilusión óptica). c) Su núcleo es inusualmente masivo. d) Su visita al sistema solar tiene un perihielio (punto más cercano al Sol) que le permite ocultarse de la Tierra y realizar cualquier tipo de maniobra fuera de la vista de la mayoría de nuestros satélites. Para Avi Loeb es el mejor momento para realizar una maniobra de cambio de órbita exponiéndose deliberadamente a las fuerzas gravitacionales. Además, vino del luminoso centro galáctico, lo que dificultó su detención con anterioridad. e). Su composición apunta a una gran concentración de níquel con respecto al hierro y una relación de níquel-cianuro superior a la de todos los cometas estudiados. f) Tiene una relación anormal de CO2 y vapor de agua. g) Posee una polarización negativa; y h) Proviene de una dirección que coincide con la primera supuesta señal de radio respondida por tecnología alienígena.

Avi Loeb asegura que es estadísticamente imposible que todas estas circunstancias coincidan de forma natural. Pero muchos le han recordado su entusiasmo desmedido como cuando aseguró que el 1I/Oumuamua era un satélite extraterrestre o cuando aseguró haber rescatado tecnología alienígena de los restos de un meteorito en el fondo del mar. A Loeb ahora lo apodan “el cazador de ovnis”.
Más allá de la reputación de Loeb, las observaciones que hace, al menos las estrictamente científicas, tienen asidero. El 3I/ATLAS es uno de los cuerpos espaciales más singulares con el que se haya topado la humanidad, pero no por ello se debe recurrir a la superchería astronómica
Hace poco las redacciones de todo el mundo alertaron que la NASA había activado un sistema mundial de defensa planetario. Lo que se activó, de forma rutinaria, fue un protocolo de la IAWN (International Asteroid Warning Network) para estudiar asteroides y cometas de forma coordinada.
En estos momentos el 3I/ATLAS (con sus anomalías) se encuentra detrás del Sol y en las próximas semanas sabremos si pasará definitivamente de largo para nunca más volver; o si, por alguna razón, desvía su trayectoria con una aceleración no gravitatoria, lo que sí debería preocuparnos. Y quizá reaccionemos peor que los neoyorquinos que escucharon “La guerra de los mundos” teatralizada por Orson Welles.
