Para mi familia: Totti y Chrisel
Mi hijo recoge las hojas secas que caen en la plaza.
Las junta… las acaricia… las observa…
como si descifrara un lenguaje invisible.
Mi hijo forma una hojarasca con hojas desiguales:
algunas más secas que otras.
Pero hay cierta perfección en ese desorden, lo sé
porque algo similar hace de mi vida.
Mi hijo corre, me persigue, lo persigo.
Ambos reímos a nuestro modo,
pero en su risa hay una resonancia
que llega hasta mi corazón
y cambia, para siempre, el ritmo de sus latidos.
La noche nos abriga con frescura.
Bajo árboles, bajo pájaros, bajo hojas,
nos preparamos para irnos
con los bolsillos llenos de hojarasca.
Entonces viene su madre,
y mi hijo se desespera,
se olvida de todo,
deja atrás el mundo que inventamos,
y mi corazón se rompe…
de una forma dulce.
Pero no importa.
Cada tarde volveremos a construir imperios
con todas las hojas secas que encontremos.
